viernes, 22 de mayo de 2009

El curioso caso de Benjamin Button


Sostiene Colin Rameaux que la mejor adaptación cinematográfica de una novela es Apocalypse Now basada en “El corazón de las tinieblas” de Joseph Conrad.

A partir de ahora este puesto en el ranking de mejores adaptaciones lo tendrá que compartir con “El curioso caso de Benjamín Button”, película de David Fincher basada en un cuento homónimo de Scoot Fitzgerald.

El hallazgo de ambas versiones está en saber captar la esencia y el espíritu de la historia y abandonar la anécdota y su trama argumental.

En el caso de Apocalypse Now la esencia era la historia de unos hombres que surcan un río – en medio del horror- en busca de una leyenda cuya misteriosa vida y razones van descubriendo según avanza el argumento. Daba igual que esta historia trascurriera en El Congo de finales del XIX que en el Vietnam de los años 60 del siglo XX.

Con la película Fincher pasa algo parecido. El cuento de Scoot Fitzgerald esta basada en una excelente idea: un niño que nace viejo y que según avanza su vida va rejuveneciendo hasta morir siendo un bebé. Del cuento, en el film, sólo queda esta idea y alguna intuición. Por ejemplo, la relación del niño con el abuelo que aquí se sustituye, con notable impacto dramático, con su aprendizaje en el asilo de ancianos. Con gran simplicidad de recursos se introduce una de las ideas fuerza de la película: la importancia de aceptar al diferente, algo que hacen con mucha facilidad niños y ancianos. De los ancianos se dice que son como niños. Los niños tardan en adquirir la maldad de distinguir entre negros y blancos, entre grandes y enanos. Así se crió Benjamín Button. Así se forja un personaje.

Lo que en el cuento era pura anécdota intranscendente aquí se convierte en una historia romántica que nos habla con profundidad pero sin aburrir del paso del tiempo y del valor de las cosas que perdemos. Textualmente: “ Es normal que perdamos a la gente que queremos, ¿ como si no sabremos lo importante que fueron?”

La película esta llena de hallazgos de guión y técnicos.

Empecemos por los hallazgos de guión:

La película comienza con la historia de un relojero que construye un reloj para la estación de trenes de Nueva Orleáns cuyas manecillas giran hacia atrás, con la esperanza inútil de recuperar la vida de su hijo muerto en la primera guerra mundial. Esta historia tiene por objetivo- como el mismo Fincher ha explicado en alguna entrevista- hacer desde el primer momento creíble y natural la historia de un hombre que rejuvenece. A partir de aquí, el espectador aceptara sin oponerse, como verosímil, la historia de Benjanin Button.

El segundo hallazgo es la estructura del guión. La historia narrada en un diario escrito por el propio Button pero leída por su hija años después ante su madre moribunda. Este diario leído en 2005, mientras se avecina el Katrina, actúa otra vez reforzando la idea de la historia vivida hacia atrás. La historia contada por Button a su hija nos sitúa en el tiempo y proporciona un sentido más complejo a la historia. Un tiempo convulso, el siglo XX, que empieza con la Gran Guerra y acaba con la catástrofe del Katrina. Metáfora que así vista adquiere profundidad.

Ya hemos comentado como los primeros años de Button transcurren en un geriátrico. Desde el principio Button convive con la muerte. No tiene miedo a la muerte porque ha vivido en un hogar de viejos que aceptan que su futuro mas próximo es la muerte. Incorpora con naturalidad otro tema importante: la tolerancia entre diferentes. Button entre viejos, Button educado entre negros. Button con su primer amigo, un pigmeo llamado Ngunga Oti (Rampai Mohadi).

Las historias románticas. La primera entre Button (Brad Pitt) y Elisabeth Abbot (Tilda Swinton). Una historia de aprendizaje. Llena de misterio, emoción, atmósfera y ritmo interior. Una historia contada con muy pocos elementos. Y que acaba inesperadamente – casi la final de la película- con un ingenioso golpe de humor. Algo propio de alguien (Fincher) acostumbrado a lidiar con spots publicitarios.

La segunda, entre Button y Daisy ( Cate Blanchet) , una historia de amor de dos personas separadas por el tiempo, al estilo de las mejores películas románticas (Un sueño de amor eterno, Henry Hathaway, 1935). Una historia que nos recuerda la importancia de disfrutar de cada instante por fugaz y pasajero.

Entrañable el momento en el que Button ya bebé muere en los brazos de Daisy. Ahora sí esto remite al mejor Scoot Fitzgerald. Recordemos el final del cuento: ”Después todo se tornó oscuro, y su cuna blanca y los confusos rostros que se movían sobre él, y el tibio y dulce aroma de la leche se borraron por completo de su mente”. Plano con los ojos del bebé Button cerrándose. Fincher capaz de transformar en imágenes el talento literario de Scout Fitzgerald.

Un ultimo comentario. La técnica digital puesta al servicio de la historia. Algo que nos está acostumbrado a ofrecernos el cine contemporáneo.


Director: David Fincher
Producción: Kennedy/Marshall Company; Warner Bros; Paramount Pictures
Productores ejecutivos: Frank Marshall; Kathleen Kennedy, Ceán Chaffin
Diseño artístico: Donald Graham. Burt; Viata Z. Zoito
Guión: Eric Roth
Fotografía: Claudio Miranda
Música: Alexandre Desplat
Intérpretes: Brat Pitt (Benjamin Button); Cate Blanchet (Daisy); Tilda Swinton (Elizabeth Abbot); Toray P. Hansen ( Quennie)

viernes, 20 de febrero de 2009

VAKKIRIA (2008)




VALKIRIA ( 2008)


Vakiria arrastra un triple problema de enfoque. El primero relacionado con el núcleo narrativo de la película. El segundo, con la naturaleza del héroe. El tercero, con la estética asumida por el film.

Valkiria, como tantas otras películas de trasfondo histórico, tiene un desenlace por todos conocido. El dúo Cruise/Singer se ha planteado la película como un thriller de suspense, allá donde no hay ningún suspense, y por ello se han hecho preguntas del tipo: ¿cómo se organizó el complot?¿cómo se planificó? ¿cómo se llevó a la practica?

La consecuencia es que ha salido un hibrido entre Superman ( recordar que Singer fue el director de Superman returns) y Ethan Hunt (agente de la trilogía de Misión imposible). Más les hubiera valido a sus responsables preguntarse por las razones que conducen a un grupo militar de elite a preparar un atentado contra Hitler, cuando la guerra ya estaba perdida y decidida.

Este enfoque, mas arriesgado, con muchas aristas, nos hubiera proporcionado respuestas mas atractivas para el espectador. Estaríamos muy lejos del héroe con aspiraciones democráticas que nos quiere presentar la película y mucho mas cerca de un héroe trágico que duda entre el deber y la (mala) conciencia. No hay, en este católico ferviente, rastros de culpa, ni asomo de arrepentimiento por los pecados cometidos.

Claus Von Stauffenberg, conde suabo de larga estirpe militar, pertenecía al circulo de Stefan George, maestro de un grupo de discípulos que defendían ideas de pangermanismo y renovación nacional, no muy alejadas del ideario doctrinario del nacionalsocialismo. Von Stauffenberg probablemente despreciaba a Hitler, pero no por nazi sino por cabo chusquero. Murió ejecutado reivindicando la Sagrada Alemania.

La trama fue urdida por un grupo de militares y una red civil con presencia testimonial en el film. La trama militar- en realidad muy amplia- queda prácticamente arrinconada por el excesivo protagonismo de Cruise/Stauffenberg. Lo que debiera haber sido un película coral, se queda en un mero ejercicio de narcisismo de su actor/productor ejecutivo. Enfoque que arruina la mejor idea del film. Los momentos de duda e indecisión que trascurren después del atentado, cuando todavía no saben si Hitler ha muerto.

El general Henning von Tresckow (Kenneth Branagh) desaparece rápidamente de escena. Tiempo suficiente, sin embargo, para que Branagh interprete con flema británica a un general alemán que va a recoger las botellas de cointreau llenas de explosivos tras un atentado frustrado. El cameo de Carice von Houten, como Nina, esposa de Stauffenberg, en un papel irrelevante dramáticamente, parece una broma pesada al recordar su compleja interpretación en El libro negro (2006) de Paul Verhoeven. Magnifica la construcción que realizan Bill Nighy y Tom Wlikinson como los generales Olbrich y, Friedrich Fromm respectivamente. . Se comen materialmente a Cruise en la pantalla y sus miradas y presencia logran trasmitir dudas, miedo, ambición, calculo y traición, Me queda, sin embargo, una pregunta: ¿es imposible encontrar un actor alemán para interpretar a un general nazi? O volvemos a lo de siempre. Otra vez, la historia contada por los vencedores.

Algunos momentos causan estupor y otros meramente risa. Cruise escuchando en un gramófono La Valkiria de Wagner. No digamos cuando se nos muestra a Cruise saludando brazo en alto con el muñón al aire. Carlos Saura- con mucho mas humor e ironía- ya lo había hecho en La prima Angélica (1973), con Fernando Delgado brazo escayolado en ristre.

A una película con mas de 80 millones de dólares de presupuesto hay que pedirle algo más que un buen diseño de producción El vestuario, los decorados, la ambientación, los escenarios recrean a la perfección el estereotipo y estética que el cine nos ha trasladado de la Alemania nazi y que fijó en la memoria colectiva Leni Rieffenstalh ( El triunfo de la voluntad, Olimpia) en la década de los treinta. Una fascinación que obvia lo trágico y oscuro de aquellos años. Resulta por tanto algo obscena la excitación que ha debido depararle a Tom Cruise disfrazarse de coronel de la Wehrmacht y ponerse un parche en el ojo Algo sólo comparable a la que debió sentir el Príncipe Enrique, hijo de los Príncipes de Gales, cuando se disfrazó de soldado de las SA.

Stauffenberg y el resto de conspiradores dio su vida por mantenerse en el poder y negociar una paz “digna”. No podemos olvidar que, en aquellos momentos, otros estaban en una resistencia, igual de arriesgada pero mucho mas honrosa.

Cruise/Singer ciertamente no han tenido la ambición de hacer una película sobre la resistencia alemana al nazismo, ni de llevar a la gran pantalla Les bienvellantes de Jonathan Littell (Gallimard, 2006). Sin embargo, se les podía exigir algo mas de rigor narrativo. La historia requería un guión con una estructura más compleja y un desarrollo psicológico del personaje más profundo.


Director: Bryan Singer
Producción: M-G-M y United Artist
Productores ejecutivos: Christopher Mcquarrie. Bryan Singer y Gilbert Adler
Diseño de producción: Lilly Klivert y Tom Meyer
Guión: Christopher Mcquarrie; Nathan Alexander
Fotografía: Newton Thomas Sigel
Música: John Oltman
Interpretes: Claus von Stauffbenger (Tom Cruise) General Henning von Tresckow (Kenneth Branagh); Nina (Carice von Houten); General Friedrich Fromm (Tom Wilkinson); General Olbrich (Bill Nighy)

jueves, 5 de febrero de 2009

RocknRolla (2008)


Rocknrolla (2008)



(Archie: People ask the question... what's a RocknRolla? And I tell 'em - it's not about drums, drugs, and hospital drips, oh no. There's more there than that, my friend. We all like a bit of the good life - some the money, some the drugs, other the sex game, the glamour, or the fame. But a RocknRolla, oh, he's different. Why? Because a real RocknRolla wants the fucking lot.)

Guy Ritchie tenía cierto reconocimiento en los medios cinematográficos, antes de ser (ex)marido de Madonna. Había realizado dos películas – Lock & Stock (1998) y Snatch: cerdos y diamantes (2000)- bien recibidas por público y crítica. Era responsable de otras dos películas: una, Barridos por la marea ( 2003), considerada por muchos como una de las peores de la historia del cine; otra, recién estrenada en España, Revolver (2005), catalogada de transición. Y finalmente acaba de presentar, RocknRolla /2008), donde vuelve a un terreno familiar: Londres y el mundo del hampa.

Rochnrolla es una comedia de acción que nos cuenta la historia de Lenny Cole (Tom Wilkinson), gangster que domina el negocio inmobiliario de un nuevo Londres. Corren nuevos tiempos y Lenny ve amenazado su poder. Por un lado, por unos delincuentes de pequeña monta a los que mantiene intimidados: Por otro, por las nuevas mafias rusas, que vienen con los bolsillos llenos de dólares, encarnadas por Yuri Onovich (Karen Roden), un remedo de Román Abranóvich.

Para desarrollar la trama utiliza un MacGuffin (un cuadro robado que nunca llega a verse) y un “deux ex machina”, Stella (Thandie Newton), una contable ambiciosa (desde Casino Royale (2006) ya sabemos que las contables también tienen imaginación). Según avanza la película gana protagonismo un nuevo personaje – Johnny Quid ( Toby Kebbel)- hijastro de Lenny Cole- que hace de catalizador de todos los conflictos y que previsiblemente se convierta en el centro de una próxima entrega de la película,

Rocknrolla es divertida, tiene ritmo y buena música. Es un Tarantino (con guiño incluido en una secuencia de baile) romanizado, filtrado por 2000 años de historia y cultura. Los personajes – unos canallas reconocibles-- están tratados con ternura y su naturaleza y comportamientos son creíbles. Las relaciones que se establecen entre ellos no son artificiales, ni las secuencias de violencia gratuitas. Nos habla de asuntos cercanos: amistad, traición, venganza, ambición, corrupción. Con naturalidad, sin intimidarnos. Nos encontramos en las antípodas de Reservoir Dogs (1992)

RocknRolla es una película que siempre esta al borde del abismo- diálogos muy brillantes, personajes arquetipos- pero nunca llega a derrumbarse gracias a la excelentes interpretaciones de todos sus actores.

El reparto es excelente. Encabezado por Tom Wilkinson a quién desearías no cruzarte en su camino. Le crees perfectamente capaz de echarte a la pila de langostas sin ningún tipo de remordimiento. Fantástico Mark Frost como Archie, que ya le ganó la partida a DiCaprio en Red de mentiras (2008) y aquí tutea al mismísimo Wilkinson. Muy bien y creíble el resto del reparto, con un magnifico Gerard Buttler- a quién ya habíamos visto en 300 (2007)- como Uno-Dos, con una presencia física que consigue dotar de autenticidad a sus comportamientos y reacciones.

Londres, en plena transformación urbana, propicia para el pelotazo inmobiliario, brilla en los grandes escenarios de lujo y en las ruinas post industriales Las localizaciones están buscadas por alguien que conoce bien la ciudad y no por un turista accidental. Incluido un pequeño homenaje a Woddy Allen en una secuencia en un club de tenis.

El estilo es reconocible. Remite al Martin Scorsese de Malas Calles (1973). Mucho travelling, movimientos de cámara y una excelente banda musical - Lou Reed, The Clash, The Subways, etc.-, otra habilidad que comparte con Tarantino, que hace progresar la historia y nos acerca a los personajes. El montaje transmite energía y vitalidad, con todos sus personajes conscientes de vivir al limite, en la frontera entre la vida y la muerte. La película tiene algo de screwball: situaciones disparatadas resueltas con naturalidad. La factura es impecable. No podemos olvidar que cuenta en la producción con Joe Silver (ver Imágenes de Actualidad, enero 2009), responsable, entre otras, de Límite 48 horas (1982) y Depredador (1987).

El espíritu de la película se resume en la frase de Johnny Quid cuando dice que la vida se parece a una cajetilla de cigarrillos: por un lado, vende un mundo sofisticado y de lujo; por otro, te recuerda que inexorablemente mata.

Algún crítico (Carlos Boyero en El País) dice que es una película olvidable. Me parece difícil olvidar 114 minutos tan divertidos

- Director: Guy Ritchie
- Guión: Guy Ritchie
- Productores: Navid Mallhargey, Steve Richards, Joe Silver, Guy Ritchie
- Fotografía: David Higgs
- Montaje: James Herbert
- Música: Steve Isles
- Interpretes: Lenny Cole ( Tom Wilkinson); Gerard Buttler ( Uno-Dos): Stella (Thandie Newton); Archie ( Mark Strong); Johnny Quid (Tobby Kebbel) Yuri Onovich (Karel Roden)

lunes, 19 de enero de 2009

Mi nombre es Harvey Milk (2009)


Mi nombre es Harvey Milk (2009)
Gus Van Sant – un cineasta indie y vanguardista- se siente cómodo con el corsé de un guión ajeno. Ya lo demostró en El indomable Will. Hunting (1997), con guión de Ben Afflek y Matt Damon. Y ahora lo vuelve a corroborar con Mi nombre es Harvey Mik con guión de Dustin Lance Black.
La arquitectura de la película es convencional pero práctica. Se articula alrededor de los recuerdos grabados por Harvey Milk (Sean Peen) poco antes de ser asesinado. Nada muy original pero contribuye a dar perspectiva a la historia. El guión tiene además otros dos aciertos muy significativos.
El primero es no dar excesivo peso a la secuencia del asesinato. En ningún caso es el centro de la película. No hay thriller, ni suspense. Se trata, sin embargo, de una secuencia bien planificada y resuelta. Travellings por el pasillo del ayuntamiento, asesinato en off del alcalde Moscone (Victor Garber), plano final subjetivo de Harvey Milk mirando al edificio de la ópera donde se representa Tosca. Es el final de una historia y el principio de otra.
El segundo acierto del guión es no centrar tampoco la historia en la relaciones sentimentales del personaje. La película cuenta la lucha por la conquista de los derechos civiles de un colectivo marginado y eso es el centro del conflicto. El resto sirve para contextualizar y explicar el personaje. No se consigue, a mi juicio, el equilibrio- casi irreconciliable- entre el biopic y la película coral. Los compañeros y amigos de Harvey Milk no consiguen, en su mayoría, la entidad de personajes y algunos hubieran necesitado un tratamiento distinto, especialmente el interpretado muy exageradamente por Diego Luna. Nadie escucha su petición de auxilio (el silbato como metáfora, la casa llena de papeles anticipando su suicidio). Nadie tiene tiempo para llorarle.
La interpretación del resto del reparto es excelente, empezando por Sean Peen. La critica ha celebrado también a James Franco en el papel de Scott Smith, el gran amor de Harvey Milk. A mi juicio, magnifico el personaje de Dan White – rival político y finalmente asesino de Harvey Milk- interpretado por Josh Brolin. El actor refleja en sus relaciones con Milk sus sentimientos de desconcierto, miedo y ambición. En su mirada, y en su presencia corporal, se refleja el debate interior y pánico de confesar, ¡yo también soy gay¡ Las secuencias que comparten ambos, sobre todo las cotidianas, el bautizo del hijo de Dan White, las conversaciones delante del televisor, o el acercamiento de Dan White semi borracho a Harvey Milk donde intenta comunicar algo que finalmente no logra confesar, son convincentes y están llenas de tensión.
La incorporación de material de archivo (excelentes los del principio de la película con los arrestos por la policía de San Francisco de miembros del colectivo gay- con el rostro tapado-, también las fotos finales de los personajes reales comparadas con las de sus interpretes, recordándonos que estamos ante una historia real), el granulado de la película que nos acerca al documental, los movimientos cámara al hombro y el rodaje en los propios lugares donde se produjeron los hechos, contribuyen a dar sensación de verismo a la película. No deja de ser una recreación de ficción de un documental –The times of Harvey Milk- realizado en 1985 por Rob Epstein que ganó un Oscar. Algo que no debiera sorprender en un cineasta que recreó plano a plano Psicosis (Psycho, 1960), el film de Alfred Hitchcock.
La película nos recuerda que hay muchas formas de hacer política. La concepción de Hayvey Milk de considerar su lucha como un movimiento es propia de un líder visionario. Su concepción de hacer política en la calle, desde el barrio recuerda también los comienzos de Obama en Chicago. Sus alianzas con los sindicatos en la huelga de la cerveza Coor es una muestra más de las múltiples maneras- y alianzas a veces insospechadas- de política en acción. Interesante la aparición de un antecedente de Sarah Palin, 30 años antes, que nos recuerda que no hay nada nuevo bajo el sol y que siempre hay que estar atentos para no ceder un palmo del terreno ganado en relación a los derechos civiles
Gus Van Sant es heredero de la mejor tradición del cine civil norteamericano. De Frank Capra y King Vidor hasta Sydney Pollak. Harvey Milk tiene mucho - con algo menos de inocencia- de Juan Nadie (Meet John Doe, 1941). Entusiasmo, optimismo, vitalidad. Mi Nombre es Harvey Milk no es una obra maestra, ni probablemente pase a la historia canónica del cine, pero que no esta nada mal que el cine nos recuerde de vez en cuando que hay algo por lo que merece la pena luchar.

· Director: Gus Van Sant
· Guión: Dustin Lance Black
· Fotografía: Harris Savidea
· Montaje:Elliot Graham
· Interpretes: Harvey Milk ( Sean Peen); Dan White ( Josh Broslin); Scoot Smith ( James Franco); Jack Lira( Diego Luna),George Moscone ( Victor Garber)

martes, 13 de enero de 2009

Il Divo (2008)

Il Divo (2008)
El cine italiano ha estrenado recientemente en España tres películas de hondo contenido político y social, Romanzo Criminale, Il Divo y Gomorra. Esta cosecha no es fruto de la casualidad. Es más bien el resultado de una herencia cultural ( Leonardo Sciacia) y cinematográfica ( Elio Petri, Marco Bellochio, Pontecorvo y muchos otros) y de la existencia de una industria capaz de dar soporte a las inquietudes de sus artistas.

Il Divo pertenece al genero de denuncia y agitación política. Hasta aquí nada que objetar. Es un genero tan licito como cualquier otro, siempre que se haga con dignidad. Y la película de Sorrentino es más que digna.

La puesta en escena -planificación, montaje, iluminación- responde a las necesidades de la historia. El escenario –Roma- no deja de remitir a Fellini. La interpretación esta a la altura de sus pretensiones. No sólo la de Toni Servillo en el papel de Andreotti, sino la del resto del reparto. Todas las secuencias en las que aparece la secretaria de Andreotti, la Sra. Enea (Piera Degli Esposti) respiran autenticidad. La reiteración de la frase “no se encorve Sr. Andreotti” y casi al final, cuando todo se ha precipitado y le reconoce “ me aburro” son momentos que dan cuerpo a una película. El Ministro de Economía, Paulo Cirino (Carlo Bucciroso) bailando en la fiesta del nombramiento de Andreotti como primer ministro o conspirando en el parlamento buscando apoyos para la elección de Andreotti como Presidente de la República se quedan grabados en la memoria del espectador. Por citar un último ejemplo. Cuando su amigo Franco Evangelista (Flavio Bucci) le confiesa a Andreotti que no le ha dado ni un momento de afecto y recibe la callada por respuesta se te hiela la sangre.

La música de Teho Teardo (con un uso intensivo de los instrumentos de viento) está perfectamente integrada en el desarrollo de la historia y las piezas seleccionadas de música clásica de Gabriel Fauré fusionada con Richi e Poveri o Vivaldi con Beth Orton ( ver entrevista Sorrentino en Fotogramas, diciembre 2008) son propias de profesionales que dominan su oficio. Integrar la música como un elemento más del drama creando “atmosfera”.

La película esta llena de frases ingeniosas que hacen sonreír por su ironía (humor e inteligencia siempre de la mano), aunque no acaben por hacer avanzar la historia. No me resisto a recordar algunas, recogidas a vuelapluma:”Cuando un sacerdote se acerca diciéndome que ha perdido la fe, le respondo con una frase de cinco palabras.¿cómo se llama la señora”. Otra: “Ya que no tengo imaginación, tengo un gran archivo”. Algo parecido – muy parecido- le oí confesar en un programa nocturno de radio a Alfonso Guerra cuando era Vicepresidente del Gobierno. De poco le sirvió. Otra más. Cuando un cura/confesor le reprocha que De Gasperi hablaba con Dios y él con los sacerdotes. Andreotti le responde sin titubear: “Los sacerdotes votan. Dios no”. O cuando recuerdan que le soltó a Juan XX III:” Santidad, usted no conoce el Vaticano”.Y así hasta la extenuación.

Hay otros momentos brillantes. Resaltemos aquellos que nos presentan a un personaje esencialmente solitario: Andreotti haciendo ejercicio en una bicicleta estática. Andreotti deslizandose por palacios y despachos. Andreotti paseando por Roma rodeado de guardaespaldas. Andreotti paseando enfervorizadamente por el pasillo. Andreotti con las agujas de acupuntura para paliar sus dolores de cabeza. O Andreotti viendo con su mujer un programa musical en televisión (otra vez una buena selección de la música).

Sin embargo – siempre tiene que haber un sin embargo- la película tiene lagunas que lastran su eficacia, la hacen fría y distante y la alejan del público. La convierten en un producto elitista. lo contrario de lo que pretende.

La primera. Suele ser una buena idea cinematográfica que un personaje ausente o con presencia ocasional sea el detonante de la tragedia. En esta historia hay muchos que juegan este papel pero sólo señalaremos dos: Aldo Moro y Toto Riina. La opción de no haber centrado la historia en ninguna de las dos relaciones resta profundidad al personaje, al que no llegamos a conocer en los verdaderos motivos de su conducta, mas que en la muy genérica idea de ambición de poder y vanidad. Por cierto, detalle perspicaz cuando Andreotti reconoce que lo que más le duele de su caída del olimpo es que le van a retirar del Circulo Musical. Nos quedamos- sin embargo- con la sensación de habernos perdido una gran película. Los secretos del secuestro y asesinato de Aldo Moro. O las relaciones entre la mafia y la Democracia Cristiana mas allá del simbólico beso entre Andreotti y Riina.

Cuando el director de un medio de comunicación le censura retóricamente sus crímenes - ¿es una casualidad...?-, Andreotti responde: “ No creo en las casualidades, creo en la justicia de Dios”. Mala solución pensar que Andreotti era un personaje que se creía un justiciero divino y no un instrumento de la mafia o de otros poderes mas terrenales (la logia P2). A estas alturas del siglo XXI no tiene sentido considerar el poder político y religioso como algo autónomo del poder económico. La frase “ es necesario hacer el mal papa perpetuar el bien”, que actúa como leiv - motiv de la película, acentúa esta visión.

Segunda. Sorrentino parece mas interesado por la denuncia que por la trama. Es lo que separa a Il Divo de, por ejemplo, Trece días de Roger Donaldson. La primera se basa en un concepto, una idea. La segunda en la tensión, el ritmo. Las dos hablan del ejercicio del poder, pero una es discursiva y la otra se centra en el conflicto. Sorrentino confunde- como muchos cineastas europeos- movimiento (de cámara) con ritmo. Se puede hacer cine basado en una idea abstracta pero bien urdido argumentalmente. Basta con recurrir, por ejemplo, a algunos clásicos literarios (europeos): Shakespeare, Kafka o Conrad. Por citar los más evidentes.

Tercera: Un detalle algo molesto. El subrayado. El asesinato de Salvo Rima y el montaje paralelo de la carrera de caballos. La azafata del avión mostrando las medidas de seguridad y enfatizando el plano con el rostro tapado con la mascarilla artificial. El coche sin poder abrirse parado en medio de la lluvia que impide a Andreotti dar su paseo habitual. El grupo de amigos demasiado mediocre. Los discursos/soliloquios de Andreotti ante la cámara o del sacerdote en el funeral de Rima. Queda, sin embargo, el mensaje – diáfano- de la Iglesia y la Democracia Cristiana (con mayúsculas, con nombres y apellidos) pactando con la mafia para que los comunistas del norte no llegarán al poder. De aquellos barros vinieron estos lodos (véase Berlusconi).

Dicho todo esto. Merece la pena pagar la entrada del cine. Reconcilia con el cine europeo ver películas comprometidas con su tiempo y realizadas con oficio, profesionalidad y nervio. Algo que aquí echamos mucho en falta. Y esto no es hablar por hablar. Valga una pregunta: ¿Por qué el cine español no ha sido capaz todavía de hacer un película sobre el 23 –F?

· Director: Paolo Sorrentino:
· Guón: Paolo Sorrentino con la colaboración de Giuseppe D¨Avanzi
· Fotografía: Luca Bigazzi
· Montaje: Cristiano Travaglioli
· Música: Teho Teardo
· Interpretes: Andreotti ( Toni Servillo); Scalfari (Giulio Bosetti) Paulo Cirino ( Carlo Buccirosso); Sra Enea ( Piera Degli Esposti); Franco Evangelista ( Plavio Bucci)